¡Hola, lectores!
A veces uno lee a través de los ojos de otra persona. Bucea en las novelas con la botella de oxígeno que alguien le prestó. Se zambulle en historias que recorre para otros. Lee para recomendar, en busca de libros que regalar, a la caza de personajes, de argumentos y desenlaces que seguro enamorarán a un ser querido.
Yo leo (también leo) para mi madre.
Muchas (la mayoría) son lecturas propias, libros que caen en mis manos y mis ojos por puro placer personal. Pero hay una esquinita de mi alma lectora que se afana en inspeccionar librerías y repasar anaqueles a la búsqueda de novelas que puedan gustar a mi madre. Primero las leo yo, las devoro para saber si hay en ellas algo que seguro llegará a engancharla, y luego, se las paso. Mira, mamá, esta seguro que te gusta.
Y es así como por su sillón de lectura ha pasado 'El tiempo entre costuras', pero no 'Misión olvido' (María Dueñas). Como le animé a viajar con 'Palmeras en la nieve', pero le ahorré la aburridísima 'Regreso a tu piel' (Luz Gabás). Como le recomendé esa maravilla que es 'La buena reputación' (Ignacio Martínez de Pisón), cómo le invité a bailar 'El tango de la guardia vieja' (Pérez-Reverte) a llorar con 'El coraje de Miss Redfield' (Ana R. Añil) o a disfrutar con toda Almudena Grandes. Me gusta leer para mi madre, pasarle libros que creo (como la conozco, estoy seguro) que le van a gustar.
El último, 'La sonata del silencio'.
Es verdad que la serie de TVE ha ayudado. Un empujón para que la larga novela de Paloma Sánchez-Garnica (es de hace un par de años) vuelva a los escaparates, respaldada por esa adaptación televisiva que no resulta tan extraña pues hay en este libro algo de serial catódico, un espíritu 'Acacias' que recorre las páginas de este folletín que bebe de las grandes fuentes del género. Amores, celos, traiciones, matrimonios indeseados y amantes imposibles. Llevado además hasta unos límites que ofrecen escenas tremendas, dolorosas, de malos tratos y violaciones que en ocasiones se soslayan (con miedo pacato) del relato. Y aquí no.
Sánchez-Garnica cuenta la historia de un edificio del Madrid de los primeros años de la posguerra en el que viven dos familias (los Figueroa y los Montejano) que comparten mucho más que descansillo. Aunque Marta Ribas se presenta en la solapa como la gran protagonista del libro (es ella la que sirve de nexo de unión de todos los personajes), en realidad Sánchez-Garnica ha construido un fresco en el que todo aquel que aparece por las páginas tiene vida propia, hasta el secundario en apariencia más insignificante (pongamos, Donato, el portero de la finca que aterriza mediado el libro) tiene una personalidad definida, algo poco habitual en libros de este tipo, donde el argumento se abre paso con mucho diálogo y párrafos de frases cortas, descripciones someras y líneas con un objetivo claro: que avance la acción. Y eso, después de sortear algunas palabras repetidas hasta la extenuación (como embebido) o de frases demasiado rimbombantes. Como "sociedad carcunda dirigida por una panda de rapavelas que se arrogaban el derecho a juzgar y sentenciar miserablemente la insoldable condición del corazón humano" (p. 522 y 523). O como "volvió al coche con una actitud hilarante, un paroxismo desbodante alejado de toda coherencia" (p. 296 y 297).
La acción que juega además en muchas ocasiones con pequeños saltos temporales para coquetear con la sorpresa, enganchar al lector con un suceso inesperado que en las páginas siguientes se desentrañará, desvelando cómo se ha llegado hasta allí. Un ejemplo clarísimo de esta técnica (mil y una veces empleada en el libro) se encuentra en el capítulo 19, uno de los mejores del libro.
Destaca esta novela por las recreaciones del Madrid de la posguerra, tanto en la pobreza (económica y moral) como en las altas esferas y los bajos fondos, las cafeterías de moda y la opresión religiosa. Y todo ello, desde una marcada mirada feminista que censura y critica la opresión que durante años sufrieron las mujeres en este país. Quizá sea ese el silencio al que se refiere el título. La sonata del silencio hace referencia a esa melodía que tuvieron que interpretar durante años las mujeres, obligadas a callar, a permanecer instaladas bajo el yugo de sus padres, de sus maridos, de una sociedad que las impedía decidir por si mismas. Hay un pasaje demoledor, en torno a la página 790, en el que la conversación de cuatro personajes masculinos (a cual más lamentable) muestra esta radiografía machista de la España de los años 40 en la que, a la postre, parece que la única solución era la huida.
El silencio de esta sonata es el que durante años sufrieron tantas mujeres. Y la música se presenta como el puente hacia la libertad. Primero, representado en un símbolo: el piano de Marta. Pudo tocarlo con sin cortapisas durante su ilustrada juventud y tuvo que abandonarlo cuando la pobreza llamó a su puerta, la vida se torció y se vio obligada a desterrar sus sueños. El piano quedó enterrado en la casa de Virtudes, mujer machista (porque las hay) que veía ese piano como un trasto que solo hacía que molestar y coger polvo. El piano, la libertad, como pieza molesta para Virtudes, como anhelo vital para Marta. Cuando Marta conoce a la señora Moretti, cuando un hilo de libertad se cuela en su vida (la mujer le ofrece un trabajo como asistente personal, muy bien pagado), Marta vuelve, por primera vez en años , a ver el piano (p. 299) y lo acaricia como si con ese gesto quisiera recuperar su vida anterior, como si quisiera conseguirlo gracias a la mediación del trabajo de Roberta Moretti.
Será la música (frente al silencio) la que reviva a Elena (la hija de Marta) a través del virtuosismo de un violinista. Será la música (frente al silencio) la que ilusione a Marta con su profesor de piano. La música como salvavidas. El poder de interpretar una melodía (tener una voz propia), el poder incluso de llevar a componer la partitura de una vida propia.
Ahí radica, creo, la potencia de un libro que encuentra momentos explosivos (como esa fiesta desgraciada con la que Basilio condena a Marta) y que, como toda larga novela, no puede evitar algunos baches, sobre todo al final del libro, tal vez excesivamente alargado.
Con todo, creo que he encontrado una nueva novela para que mi madre disfrute durante una larga temporada. Sé que le va a encantar, que va a sufrir con Elena, que va a maldecir a Mauricio, que va a pasar las páginas con ganas de saber qué pasará en el próximo párrafo.
LO VAS A LEER SEGURO si buscas un folletín con todas las de la ley y las normas básicas del género, con la mirada centrada en la acción y que la historia avance.
LO VAS A LEER AUNQUE hayas visto la serie de televisión. O precisamente por eso. Tal vez la serie te anime a leer el libro, que profundiza más en las motivaciones de los personajes.
LO VAS A LEER PORQUE
"Un gran acierto de la autora es la fidelidad con la que se refleja el alma carcomida de una España rancia en la que las leyes de hombres y para hombres, los dimes y diretes, las apariencias y las vidas programadas ahogan la existencia de aquellos y sobre todo aquellas que aspiran a decidir sobre su propia vida". Historia de un caracol.
"Cuando crees saber quienes son los principales, de repente la historia del secundario toma tal protagonismo y es tan importante en el desarrollo de la novela, que no puedes dejarlo en secundario". Senderosiberos
"La narración de la historia corre a cargo de una voz en tercera persona omnisciente que tiene pleno conocimiento tanto de lo que sucede en la historia como de sus propios personajes". Adivina quién lee
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Por cierto, ¿me echáis una mano?
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