martes, 20 de septiembre de 2016

DONDE LOS ESCORPIONES: LORENZO SILVA



¡Hola, lectores!

No acostumbro a meter libros en la maleta cuando el destino está a la vuelta de la esquina, en cualquier rincón de este país en el que las librerías no son bares y en ocasiones cuesta encontrarlas. Pero ese también es parte del encanto: perderse por callejuelas, brujulear por barrios y cascos históricos, buscar en los chaflanes de los edificios y en las retaguardias de los monumentos. Inspeccionar la ciudad con gafas de lector para hallar algún puesto con libros. Y allí, escoger una lectura inesperada.

Hay combinaciones gozosas. Como Rosa Montero en Madrid, Rafael Chirbes en Alicante, un Muñoz Molina en Jaén. Pero a veces no hay tanta suerte. Acabo de volver de una costa con apartamentos, una playa con heladerías, una orgía de olas y menús del día. Y tan solo un quiosco. Con el Pronto, el Marca, una máquina para la primitiva y una estantería de aluminio con un puñadito de libros. No había mucho donde elegir. Demasiada novela romántica, mil y una sombras de Grey (todavía) y algunos títulos ya leídos. ¿Qué hacemos ahora?, pensé. ¿Debería agenciarme (de una vez por todas) ese libro electrónico al que de momento me resisto? Y entonces lo vi: 'Donde los escorpiones', Lorenzo Silva. Puede valer.

Me he echado a los ojos varios libros de Silva y siempre me ha gustado su estilo sencillo, directo, sin sonajeros en la prosa. Pero nunca hasta ahora había leído nada de Bevilacqua y Chamorro, su pareja de guardias civiles. Así que compré el libro con la incertidumbre de coger un camino a la mitad, de empezar a andar por un sendero que había comenzado mucho antes y que tal vez no disfrutaría del todo por falta de pistas previas. A cambio, era un volumen manejable, perfecto para dominarlo en la tumbona frente al mar.

Y así, en una playa, tostándome de calor, entre arenas y sombrillas, es como he ingresado en la cuadrilla de Bevilacqua y Chamorro. Y creo que me han ganado.

Los temores iniciales fueron infundados. 'Donde los escorpiones' puede leerse sin necesidad de haber catado alguno de los títulos anteriores de la serie. Imagino que los habitualles habrán paladeado con gusto algunas de las referencias (como ese zasca de Chamorro a uno de los investigados en la página 204), pero la novela tiene entidad propia.

Cuenta la misión que Bevilacqua y Chamorro tienen que desempeñar en la base española de Herat, en Afganistán, donde han hallado el cadáver de un militar español degollado por una hoz que los locales utilizan para cortar la amapola de la que se extrae el opio. La investigación les cruzará con soldados españoles y de otras nacionalidades, les pondrá en contacto con afganos que trabajan en la base española, con contratistas ingleses, con traductores. Y todo ese entramado (en sucesivas entrevistas con los sospechosos) le sirve a Silva para trazar un mosaico (casi periodístico) sobre la vida cotidiana de los militares destinados en zonas de guerra. Se percibe como minuciosa la labor previa de investigación sobre las diferentes aristas que dibuja una misión de este tipo... y el propio autor lo consigna al final del libro, en el epílogo de agradecimientos. Con todo, tal vez toda esa prolija información acartone un poco el desarrollo de la novela, cuya estructura parece responder a capítulos con un claro enfoque: aquí explico cómo es la base, cómo los dormitorios, cómo las cocinas, cómo el día a día, cómo se comunican con las familias...

Porque Silva no se olvida de esa vertiente personal de sus personajes, mucho más profunda en Bevilacqua que en Chamorro, en un rol muy secundario en este libro (imagino que en el resto de la serie tendrá un papel más destacado). Pero Vila sí que es un personaje potente, muy bien definido, con los posos que sin duda otorgan los años que se van sumando novela a novela.

Creo además que esa ardua labor de investigación, esos agradecimientos finales a la colaboración del ejercito lastran el desenlace de la novela. Atención, posible spoiler. Aunque Silva dosifica muy bien el misterio y reparte con maestría las piezas (el final del capítulo 19 y el principio del 20 te mantienen en vilo), parece clara la voluntad que tenía el autor de no manchar el nombre de las tropas españolas con un culpable directo. Y tiene su maldad que uno de los sospechosos se llame, precisamente, Montoro.

El título 'Donde los escorpiones' remite al nombre que recibe el lugar en el que se asienta la base, donde no es extraña la presencia de estos bichos. Pero los escorpiones son algo más. Hacen referencia a ese "lado oscuro que hay al otro lado de las pupilas" (p. 339), al lado aguijonazo cruel que todos tenemos preparado. "Todos somos culpables, porque todos existimos y actuamos sin saber, y siempre nos acabamos llevando por delante algo, o alguien (...) Mi duda es si [víctimas y verdugos] habían perdido ya la capacidad de querer y entender a los demás como quiere y entiende al prójimo alguien normal" (p. 342).

LO VAS A LEER SEGURO si buscas una novela entretenida, un cluedo con una enorme labor de investigación sobre el trabajo que desempeña el Ejército español en zonas de conflicto.
LO VAS A LEER AUNQUE no seas seguidor habitual de la serie de Bevilacqua y Chamorro.
LO VAS A LEER PORQUE
"Su investigador y narrador en primera persona no teme demorarse despidiéndose de la familia y cavilando sobre cuestiones morales y geopolíticas". El País
"El lector descubrirá el respeto del autor por el rigor a la hora de documentarse, y también el que le profesa a la Guardia Civil y su labor, en un género que parece estar plagado de policías". El placer de la lectura
"La intriga que va creando la historia se hace patente a lo largo de las páginas y me ha sorprendido que hasta casi el final de todo se soluciona todo el nudo de la novela de una manera solvente  y que no me esperaba". El lector que llevas dentro


PARA COMPRARLO
MÁS SOBRE ESTE LIBRO

Por cierto, ¿me echáis una mano?
¿Por qué libro de la serie de Vila y Chamorro sigo? ¿Cuál es el que más os ha gustado?


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